Código de ética profesional
Como normal general, todas las ocupaciones tienen un código de ética profesional, y en nuestro caso, los tanatopractores aunque no tenemos establecidas unas normas establecidas, contamos con una serie de principios tácitos que compañeros han ido implementando a lo largo de los años, que todos los representantes del gremio debemos respetar.
La tanatopraxia es una actividad sumamente delicada y aunque muchos no le dan la importancia que realmente tiene (nunca olvidemos que trabajamos directamente con lo más preciado para nuestros clientes, SU FAMILIAR), los profesionales del área han establecido una serie de normas para esta práctica, las cuales podemos resumir en unos pocos puntos y que vamos a detallar a continuación:
Normas
- Responsabilidad: El tanatopractor debe estar en constante formación para garantizar la actualización de conocimientos que permitan estar en consonancia con los avances científicos y tecnológicos en la materia.
- Respeto por el difunto: Es muy importante mostrar respeto por el difunto, ya que aunque las leyes no consideren a un cadáver como una persona, este no debe ser tratado simplemente como un objeto inerte, merece respeto, tanto o más que un ser vivo, y en consecuencia, el mismo respeto para la familia y el entorno del difunto, teniendo presente que, en muchas ocasiones, serán ellos quienes tengan la última palabra sobre el arreglo final del cadáver. Esta participación conjunta es gratificante, ya que nos quedará la satisfacción de que los familiares puedan reconocer el trabajo del profesional en tanatopraxia.
- Confidencialidad: Un tanatopractor debe guardar celosa y secretamente cada dato o detalle que conozca sobre la persona fallecida, ya que se puede llegar a encontrar con enfermedades, marcas, etc, que en vida tal vez hayan sido ocultadas por el difunto y sería algo nada profesional la divulgación de este tipo de información.
- Higiene y seguridad sanitaria: Se debe tener especial cuidado con todas las indicaciones y normas de higiene que se indiquen para la atención, cuidado y orden tanto del cadáver como de los espacios en los que se va a manipular. Esto también es aplicable para toda la instrumentación y sustancias utilizadas en este tipo de procedimientos.
Conclusión
Debemos recordar, que como en cualquier otro oficio, debemos lealtad a nuestra profesión. El tanatopractor debe llevarla a cabo con pasión y entrega, garantizando profesionalismo, experiencia a los familiares y allegados del difunto.
Sintetizando al máximo, en lo que respecta a la tanatopraxia, el principio ético se basa en el total respeto personal y profesional a la persona fallecida, y, por ende, a sus familiares y amigos. Ese respeto está íntimamente relacionado con el esfuerzo del técnico que va a tratar con el cadáver.
Fuentes: Extractos varios.